(Inspirado en un sueño de José Agustín Ramírez)
MUSICA DE FONDO:
MORPHINE “Radar” del disco Yes
La delgada línea que separa la noche del día no existe para los que buscan y no encuentran La Gran Respuesta en dos rayas de coca escritas sobre la carátula de una novela de Julio Cortazar. Son casi las seis de la mañana. Mientras se da cuenta por el espejo retrovisor que las sirenas neuróticas de dos patrullas de la policía municipal los están siguiendo, Tom Waits le pregunta a La Chavela Vargas por la otra botella de whisky que Lucifer se había robado de la barra del Pete´s Bar. Ella encoge los hombros. El la mira a los ojos durante un instante que dura casi tres segundos. La imagina caminando descalza por el mundo con los mismos tres libros de los que nunca se separa: La Biblia, un recetario de cocina y Rayuela, la novela que por problemas de amnesia no ha podido leer mas allá del primer capitulo. La Chavela Vargas cierra el libro en cualquier página, abre las fosas nasales, esnifa y entonces la negra noche ya es historia: se quedó guardada en las sábanas manchadas de los moteles y en las vaginas oxidadas de las putas más viejas de la Zona Norte. En Tijuana, solo los suicidas y los niños que esperan sus regalos viven despiertos en la locura silenciosa de una madrugada cualquiera de 25 de diciembre. Los otros, los que solo andan reencarnando los mitos de la Leyenda Negra, recorren la noche como si atravesaran un río desbocado mientras se llenan las venas de whisky, hasta ser sorprendidos por la primera luz de la mañana feliz, estrellándose escandalosamente como un baldazo de agua sobre el cofre de un vocho blanco sin placas, a 160 por la vía-rápida oriente y en sentido contrario. Tom Waits destapa la otra botella antes de hacer la finta. Se le pasa al del asiento trasero pero luego se arrepiente. Mientras deja a Lucifer con la mano suspendida, el viejo Tom se lleva un chorro de Jack Daniels a la garganta sin quitar los ojos del camino ni la mano del volante. Una soledad implacable se le viene encima. Piensa en esa mujer del bar que la noche anterior le pidió dinero por sentarse en sus piernas. Trata de recordar la última vez que se metió entre las piernas de alguna, pero solo consigue que dos arrugas se le abran paso en la frente. Añora la suerte de aquel bohemio y desfachatado latinlover de cantina al que solo le bastaban el blues y las teclas del piano para desnudar a las mujeres sin meter las manos; la misma especie de suerte que tiene ahora Lucifer, siempre en su camiseta de FUCK ME I´ M A ROCKSTAR y el saco de pana apestoso a marihuana, pero que al final termina todo el tiempo quedándose con las hembras mas buenas. En lo que intenta encender un cigarro, Tom Waits suelta intempestivamente la botella al suelo de un sobresalto que lo hace sujetarse firmemente al volante con las dos manos para esquivar a tiempo un taxi que no se quiso quitar del camino. Pocas cosas valen tanto la pena en la vida como esa explosión de adrenalina que provoca el andarle jalando los pelos a la Muerte y salir corriendo. Después de los gritos y las carcajadas entra a cuadro un silencio que nadie se atreve a romper. Mientras forja un gallo con una de las hojas del Antiguo Testamento que le arranco a la Biblia, Lucifer comenta que ya es navidad; pero en Tijuana la navidad esta muerta. Tom Waits lo sabe y enseguida se ve así mismo caminando entre los ochentas % de descuentos y las ramas secas de los pinos navideños en venta hasta encontrarse en cualquier esquina a un santaclos ojeroso y de aliento alcohólico, tratando de seducir a una puta menor de edad. Alguien toca Noche de Paz desde un aparador. La segunda y la tercera luz de la mañana encandilan a La Chavela Vargas. Lo único que se mueve en su mente es la certeza de que conforme avanzamos por el camino de la vida todo lo que eres o lo que has logrado tiende acabarse inevitablemente; todos los días, poco a poco o a veces demasiado rápido, nos vamos quedando sin algo. Un foco rojo en el tablero empieza a parpadear. Mala señal. El marcador de la gasolina se desplaza lentamente por encima de la última raya roja de la reserva. Con una mueca que expresa mas duda e incertidumbre que preocupación, Tom Waits le muestra los restos de la botella vacía a Lucifer. Le pregunta qué tan lejos queda la licorería más próxima. Ya es de día y la navidad en Tijuana empieza a despertarse detrás del Cerro Colorado.
miércoles, 24 de enero de 2007
DeathCristhmas
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