miércoles, 24 de enero de 2007

EROTISMO Y PARAFILIAS




El 14 de octubre de 1972 en el festival de Cine de Nueva York se presentó por vez primera, ante un público extasiado, candente y fogoso, la película “El Último Tango en París”, uno de los trabajos mejor logrados en cuanto a erotismo se refiere. Bertolucci dirige a un Marlon Brando dionisiaco y en una etapa en la que ya era un sex simbol consumado, una figura dentro del cine con mucha carga sexual; por otra parte cuenta con María Schneider, una escultural fémina con la fuerza carnal y energía erótica necesarias (y tan comunes en esas dieciochoañeras que piden a gritos ser fornicadas) para copular de manera violenta y en situaciones menos pensadas. La temática es simple: un par de desconocidos se reúnen en un apartamento para sólo (y exclusivamente) cojer. Si bien para ese entonces ya se podía entrar en cualquier establecimiento o sala a presenciar un sinfín de penes entrando en un número similar de vaginas en cualquier película pornográfica, “El Último Tango… “ sorprende por su erotismo desgarrado, crudo, hasta el punto de ser violento, grotesco. Erotismo trasgresor pero a la vez liberador. Escenas inolvidables, o al menos que han quedado grabada en mi cochina mente por años: cuando el personaje de Brando le rompe el ano a el personaje de Schneider, untándole mostaza o crema de cacahuate para lubricar mejor, o aquella en la que le exige le meta los dedos en el culo a él, mientras despotrica una serie de insultos y blasfemias dignas de todo un sádico: “Voy a conseguir un cerdo y voy hacer que el cerdo te la meta y quiero que el cerdo te vomite … Y quiero que el cerdo se muera … y quiero que huelas los pedos moribundos del cerdo, ¿vas hacer eso por mí?” La cinta nos demuestra claramente que el erotismo tiene una estrecha relación con lo perverso, lo escatológico, lo (no siempre) enfermo. Nos demuestra que es muy común encontrarse una pareja, que existen personas, que copulan con todas las entrañas, con el falo y la vagina a flor de piel y dejándose llevar por sus instintos y deseos más oscuros.
A 37 años de su estreno, pareciera ser que ya nada nos puede sorprender en cuanto a filmes eróticos e incluso pornográficos se refiere. Desde la célebre y prendedora “Emmanuelle” hasta la chaquetera “Garganta Profunda”, desde ondas porno soft como “Perversión” hasta el porno violento de “Viólame.” Todas ellas han contribuido al de-venir erótico y libidinoso de lo que podríamos llamar la voluptuosidad del deseo.

De libidinosos cool y cachondos nice.

En la actualidad se puede tener una experiencia erótica (no estrictamente contacto sexual) a través del Internet, por medio de una llamada a una hot line, comprando revistas tres equis, visitando “El Gitano” o simplemente masturbándose a las tres de la mañana viendo un info-mercial cachondo. Estamos más en contacto con temas respecto a lo sexual, a la sexualidad. Podemos decir que el deseo está en boca (o en el miembro) de todos, aún de manera inconsciente. Ir al Piñas significa quizá conseguir una pareja a quien restregarle el sexo por una noche (con música nefasta de fondo, por supuesto), el video de Shaquira (ese, donde se retuerce sugerente la cabrona) provoca espasmos ricos en el bajo vientre, ver los calzones a las chavas no pasa de moda, hasta se habla ya de un Centro de Diversidad Sexual en la ciudad. La cultura de masas representa un factor necesario para que el sexo sea accesible para todos, para que las experiencias no queden nada más en experiencias artísticas o exclusivas de un círculo social. No, gracias a la mass cult por ejemplo, se explota y se descubre al voyeur que todos traen dentro, cualquiera puede presenciar las cochinadas y si es posible (si ya contrataste Sky) ver los pezones de las tetotas de la Chichona esa que no sé como se llama en el denigrante Big Brother VIP. Cualquiera puede ver (creyendo ser como ellos, que su vida es así de similar) como se comportan una bola de chamacos calentones y estúpidos queriéndose montar a cualquiera de sus compañeras, todas ellas buenísimas, en microminifalda, con escotes sugerentes y que se autodenominan “Rebeldes.” Incluso en la misma novela se puede ver a una pinche flaca Anahí pero que aún vuela coyol que da gusto y que además demuestra claramente el prototipo de las jovencitas mediatizadas y babosas que quieren convertirse en toda una top model, con todo y kit: mamona, anoréxica e ignorante. Así es pues que como todo lo demás, como el Rock, como la misma Contracultura, como el verdadero movimiento rave, así tambien el sexo, el erotismo son acaparados por lo mediático, por lo oficial, por lo establecidamente permitido. Algo así como un erotismo simple, educado; erotismo y sexo como status social y económico, a la Wild On.

No es de extrañar que la doble moral predomine en este asunto (¡aah!, la gente y sus máscaras.) En Chiapas (como en muchos otros lados) se pueden todavía escandalizar por algún texto “inmoral”, que perturbe las sacras mentes de los jóvenes. Se escandalizan o se indignan al saber del bar gay que funciona en la ciudad o si alguien saca fanzines con imágenes de desnudos pornográficos o si se publican cuentos con lenguaje “soez y escandaloso.” Como si la exclusividad fuera del Marques de Sade o de Bukowski. Muchos aún, se sienten ofendidos si se publica un cuento o algún texto que hable abiertamente, sin tapujos, de una violación, de una relación sexual violenta, de filias y perversiones. Si uno va al cine Rex o a la sex shop puede que te queden viendo raro, puede que te digan cosas, puede que te llamen de una manera que si bien no te molesta, no es de tu agrado: pinche chaquetero. Claro que existen personas que presentan problemas en cuanto a su impulso sexual. Aquí podemos hablar de las parafilias.

Parafilias… para… todos.

Lo que en otro tiempo se llamó perversiones sexuales, es ahora conocido como parafilias. El individuo parafílico requiere de fantasías o estímulos específicos para lograr excitarse y llegar al orgasmo. El carácter del parafílico determinará el grado de afectación del problema, pudiendo clasificarse en:

-Leve, cuando se expresa ocasionalmente.
-Moderada, cuando sus deseos se reflejan en su conducta.
-Severa, si llega a niveles de compulsión, lo que a veces implica cometer actos delictivos.

El investigador neozelandés John Money ubica cerca de 40 parafilias, siendo las más difundidas -debido a que pueden suponer ofensas sexuales-: paidofilia (espiar, tocar o abusar de los niños), exhibicionismo (mostrar los genitales por sorpresa), necrofilia (violar cadáveres), sadismo sexual (producir deliberadamente dolor a la víctima para sentir placer), fetichismo (exteriorizar el deseo hacia alguna parte corporal, o hacia un objeto o prenda que utilice la persona codiciada), vouyerismo (donde la satisfacción sexual se deriva de observar, a escondidas, un acto sexual o a la persona deseada) y zoofilia (también conocida como bestialismo, que es el sexo hecho con animales, que en algunos casos son, inclusive, entrenados para eso).

A continuación, presento algunas de las parafilias más comunes, las cuales forman parte de las 130 que se han podido identificar. Anda, escoge e identifícate.

Acrotomofilia. El orgasmo es proporcionado por algún miembro amputado de la pareja.
Autoagonistofilia. La facilitación del orgasmo se relaciona con el hecho de ser observado, estar en escena, o ser filmado.
Autonepiofilia. Cuando se representa el papel de un bebé y la pareja lo trata como tal.
Coprofilia. Identifica la excitación erótica motivada por el olor o contacto con excrementos.
Formicofilia. Tener contacto con pequeñas criaturas, como caracoles, ranas, hormigas u otros insectos que se deslizan, arrastran o mordisquean partes genitales y pezones.
Frotteurismo. Impulso irrefrenable de frotar el área genital contra el cuerpo de un desconocido en una multitud.
Hibristofilia. Cuando se sabe que la pareja es responsable de delitos como violación, asesinato, o robo armado es motivo de excitación.
Hipoxifilia. El agresor siente placer cuando provoca asfixia en otra persona, utilizando para ello una bolsa de plástico o alguna técnica de estrangulamiento.
Muerte autoerótica. Ocurre cuando una persona decide masturbarse y, al mismo tiempo, trata de autoestrangularse o autoelectrocutarse.
Pederasta. Costumbre de la Antigua Grecia en la que un hombre viejo tenía relaciones sexuales anales con jóvenes adolescentes varones.
Somnofilia. Despertar a un desconocido con caricias eróticas, incluyendo sexo oral, sin fuerza o violencia.

Es importante hacer hincapié en que las parafilias se presentan con mayor frecuencia en los varones, pues sus mecanismos de respuesta ante un estimulo sexual (a través de la vista o el olfato) les permiten excitarse fácilmente, lo que no ocurre en las mujeres, pues ellas necesitan, generalmente, contacto físico. Es decir, los hombres andamos siempre con el falo desenvainado, listos ante cualquier contienda. En una próxima entrega hablaré de la relación entre el Erotismo y la literatura.
Ahora sí, con el permiso de ustedes, me iré a masturbar. He dicho.

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